miércoles, 6 de julio de 2011

Cuando el remedio es peor que la enfermedad


Desde hace unos días he estado con una molestia en la encilla inferior izquierda y el día de ayer a las 15:30 horas aprox. me empezó a sangrar, como fue cuando estaba en el trabajo mi jefe me dijo que me fuera a ver a un dentista para que me curara, y eso hice. Como mis dentistas conocidos no estaban atendiendo ese día decidí salir en busca de algún otro. Luego de un rato de caminar llegué a uno, me atendió y me cobró una suma algo alta por el tratamiento, pero como tenía apuro y era de noche acepté. Este primer dentista procedió a cortarme parte de la encía que tenía inflamada y que cubría mi muela del juicio, luego de esto me puso una gaza, dijo que la mordiera y me envió de regreso a casa. Pasada la media hora indicada me retire la gaza y oh sorpresa, no había dejado de sangrar, muy preocupado llamaron de mi casa nuevamente al consultorio y el odontólogo me dijo que regresara. Raudo y veloz regresé al consultorio, donde me suturo la herida con algo eléctrico, puede ser muy traumatizante ver salir humo y olor a quemado de tu propia boca!!!. Nuevamente regresé a casa, paso la media hora de ley me retire la gaza y seguía sangrando. Espere un rato mas a ver si paraba, pero como continuaba escupiendo sangre cual herido de guerra a punto de morir (si, lo sé, soy algo exagerado) decidí ir a otro odontólogo. Esta vez fui al de mi barrio, para esa hora ya había abierto y me atendió relativamente rápido; vio mi herida, me puso anestesia, me cosió y ohhh sorpresa deje de sangrar. Aun que dormí con algo de miedo a que la herida se reabriera y muera desangrado mientras duermo, igual el cansancio me ganó. Al día siguiente ya me sentía mejor y bueno aquí estoy aún vivo.
Anotación para el registro: No ir más a odontólogos desconocidos.

Saludos,
GNK.

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